22 de marzo de 2011

Finales felices.

Leo cuentos para luego imaginarme una nueva historia con principios de novela y finales felices como en los cuentos de hadas, donde comamos perdices. Donde mi príncipe azul encuentre el zapato que perdí en el baile, donde el me pedirá para ser su enamorada de toda la vida, y yo con todo el amor del mundo le diré un hermoso, cariñoso y maravilloso: ¡Sí!
Todo esto ocurrirá si no aparece la malvada que intentará arruinar nuestro amor... Ojalá que nunca llegue, aunque sé que el amor de mi es más fuerte que todo, pero también así puede pasar que ese amor se debilite y termine ganando el mal, pero no sucederá en esta historia, porque esta historia la escribimos nosotros, nosotros tenemos que ser capaces de enfrentar los miedos del amor, nos arriesguemos y nos olvidemos de las maldades de los que no creen que dos personas se pueden amar. Si nos ponemos a pensar esto sucede en la vida real, nada más que en los cuentos de hadas nosotros les escribimos las palabras mágicas para que los que lo leen crean que es simplemente algo que sólo sucedería en los cuentos, pero no es así. Nos olvidamos que en la vida real si hay príncipes y princesas, y aunque no lo seamos verdaderamente, entre dos personas que se aman existe una relación entre príncipe y princesa...

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